La presencia de las moscas está documentada en escritos tempranos como la “Tabla 14”, de la serie Harra-Hubulla (lista sistemática de animales salvajes terrestres de la época de Hammurabi), hace unos 3 600 años. En el se menciona por primera vez la “mosca verde” (Lucilia) y la “mosca azul” (Calliphora), comunes en casos forenses. En las civilizaciones antiguas, moscas y escarabajos aparecen como amuletos, en sellos cilíndricos, como un dios, y como una de las plagas de la bíblica historia del Éxodo, pero fue Aristóteles quien aportó datos anatómicos y biológicos que describió y clasificó dentro del orden científico.
El nacimiento de la entomología médico criminal se produjo en el siglo XIII, en China, cuando en 1235 A.C., Sung Tz’u, escribió un el libro ”The Washing Away of Wrongs”, aquí aparece el primer documento escrito de un caso resuelto por la entomología forense.
Escritos de Sung Tz’u
Fue hasta mediados del siglo XIX, en Francia, cuando la ciencia surgió como tal. Orfila (1848), listó 30 insectos y otros artrópodos que colonizaron un cuerpo, sus observaciones pueden ser las primeras en sistematizar el conocimiento de la sucesión de artrópodos; aunque a Bergeret (1855) se le da el crédito de aplicar este conocimiento a un caso criminal, por evaluación de la fauna de insectos, determinó el IPM.
J.P. Mégnin amplió y sistematizó los estudios publicando “La fauna de las tumbas” en 1887 y “la fauna de los cadáveres” en 1894, identificó ocho etapas de descomposición humana; los estados de descomposición descritos fueron seguidos por Leclercq (1969), Easton y Smith (1970). La ecología y el comportamiento general de las moscas de importancia forense fueron tratados extensamente por Greenberg (1973) y Putman (1983); la sucesión de fauna se estudió en varias regiones en cadáveres no humanos, desde lagartos hasta cerdos, entregando información de la estructura de la comunidad, orden de colonización, estacionalidad y preferencias de oviposición de moscas de carroña.
La entomología médico criminal entró en una fase de rápido crecimiento y desarrollo a partir de las reseñas de Leclercq (1978), Nourteva (1977), y se convirtió en una disciplina exacta referida a la teoría y práctica forenses. Los precursores han sabido integrar entomología y ciencia forense, y los criminólogos han rescatado muchos detalles hasta obtener conclusiones útiles y una visión holística del tema.
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